La Napawika U'mukí (Red de Mujeres Unidas) está compuesta por 20 mujeres ralamuli de 10 comunidades indígenas urbanas de la ciudad de Chihuahua, en el norte de México. La red surgió en mayo de 2020 cuando un grupo de mujeres, preocupadas por la exacerbación de la violencia de género (VBG) debido a la crisis social y económica provocada por la pandemia de COVID-19, se acercó a la Unidad de Género local de la Comisión Estatal de Pueblos Indígenas (COEPI) para abordar el problema.
En ese momento, una investigadora con 15 años de experiencia en metodología colaborativa estaba a cargo de la Unidad de Género local del COEPI. Comenzó a apoyar a estas mujeres para que entendieran mejor la violencia de género en sus comunidades utilizando una metodología «colaborativa y comprometida» llamada»colaboración«(o «trabajar juntos»). Esta metodología se basa en una perspectiva feminista descolonial y comunitaria prominente en toda América Latina, mediante la cual la investigadora se involucra estrechamente con las comunidades u organizaciones que estudia, fomentando su participación activa en todas las etapas del proceso de investigación. El enfoque también se centra en el compromiso de utilizar la investigación para transformar la realidad social y buscar la justicia social para estos grupos.
Durante los primeros cuatro meses del proceso, la investigadora organizó talleres participativos, reflexivos y de orientación cultural con mujeres ralamuli para discutir y analizar los tipos de violencia que sufren en sus comunidades debido a su género, etnia y clase social. Al revelar las relaciones de poder que existen entre los géneros en sus comunidades, las mujeres ralámuli pudieron desarrollar conjuntamente preguntas de investigación, realizar entrevistas con sus compañeras y desarrollar estrategias de intervención contra las prácticas que violan los derechos de las mujeres.
Durante este tiempo, el investigador también coordinó una serie de actividades multisectoriales a las que asistieron representantes de diversas instituciones gubernamentales. Durante estos encuentros, las mujeres aprendieron a denunciar casos de violencia de género, a presentar demandas y a buscar justicia ante las instituciones pertinentes. Como explicó uno de los participantes:
«Los talleres nos fueron muy útiles como gobernadoras (mujeres) y miembros de la Red; muchas mujeres que sufren violencia acuden a nosotros en busca de ayuda y (ahora) sabemos dónde llevarlas si necesitan un psicólogo o un abogado».
El Ministerio de Trabajo y Bienestar Social se comprometió a proporcionar a todas las mujeres de la red un estipendio para llevar a cabo una labor continua de investigación y sensibilización sobre la violencia de género. Los miembros de la red ahora pueden acompañar y apoyar a otras mujeres cuando deciden presentar una denuncia por violencia de género. Además, llevan a cabo trabajos de prevención y talleres de capacitación en sus comunidades.
El enfoque del proyecto se centra en una metodología colaborativa que tiene como objetivo descolonizar el proceso científico para que no reproduzca las relaciones de poder estructurales. Los talleres se estructuraron desde una perspectiva cultural, lo que permitió a los participantes abordar los problemas desde su experiencia vital, reflexionar sobre las formas en que la violencia de género (o «werisoa oliwa ami ju umuki» en Ramamuli) ha tenido lugar en sus vidas y cómo les dan sentido en su propio idioma. Exploraron las diferentes formas que la violencia de género adopta en sus vidas, desde el abuso doméstico hasta la discriminación social debido a su origen étnico y clase social, y cómo amenaza sus derechos individuales y colectivos. Como describió un participante del taller:
«De lo que me doy cuenta es de que estas mujeres han aprendido realmente lo que significa ser mujer, y yo también lo he aprendido. Esa vez (en el taller), hablando de los derechos de las mujeres, créeme, estaba tan cegada ante muchas cosas del mundo... Y aquí felicito sinceramente a las mujeres que están tan preparadas para ayudar a otras personas... Ese día, empecé a pensar en lo que hablamos... A veces no pensamos: «Soy importante como la mujer que soy, tengo mis derechos». Incluso tenemos derechos laborales, y a veces nos denigran. Así que eso me gustó mucho, ¿por qué? Porque estas mujeres que están aquí son ejemplos para quienes viven en sus comunidades».
Estas reflexiones y análisis reforzaron su compromiso de abordar activamente el problema al darse cuenta de que los problemas que encuentran en su comunidad forman parte de un problema social más amplio.
Con el tiempo, organizaron en cascada los mismos talleres para aprender y crear conciencia sobre la violencia de género en otras comunidades ralamuli, primero trabajando con otras mujeres, pero más tarde también con la participación de hombres jóvenes y niños. En los talleres, las mujeres ralamuli podían hablar sobre sus luchas porque también son mujeres, pertenecen a las mismas comunidades y están oprimidas por las mismas leyes y tradiciones consuetudinarias. Además, la posibilidad de contar sus historias en su propio idioma y con mujeres que entienden su contexto las hizo sentir más seguras y seguras. Una mujer líder ralamuli describió:
«Cuando les hablas en su lengua materna, se les entra en el corazón (algo que es difícil) cuando está en español, se queda más en sus mentes... Y algunos, incluso los que estaban más callados, incluso respondieron, ¿verdad? Por lo tanto, ha sido un éxito para mí, y todos deberían conocer (la violencia de género), todas las mujeres de Ralamuli y también los hombres... Ahora tienen el consuelo y la esperanza de poder ser felices sin violencia. Por lo tanto, creo que es muy importante». (Mujer líder)
Algunos de los éxitos clave del trabajo colaborativo con la Red de Mujeres Ralámuli radican en el compromiso del proyecto con la auténtica coproducción de conocimiento. El conocimiento sensible al contexto producido a través del proyecto también condujo a la creación e implementación de estrategias relevantes a nivel local para la prevención de la violencia de género y el apoyo continuo a las mujeres afectadas. La creación de una organización formal ha permitido a la red afianzar el trabajo de investigación-acción participativa, ampliar su trabajo y hacerlo más sostenible mediante la financiación a pequeña escala.
Otro éxito del proyecto ha sido la participación de las mujeres en la coproducción de los resultados de aprendizaje derivados de la investigación, incluso como una película documental y un libro que documenta los diálogos interculturales sobre el género desde una perspectiva cultural situada. Trabajar de esta manera colaborativa es un proceso largo, ya que el proyecto tardó más de 3 años en coproducir el libro, que se publicó en junio de 2023.
Esta iniciativa es un ejemplo de cómo las mujeres indígenas pueden establecer los parámetros y liderar proyectos destinados a mejorar sus vidas. Tocaron puertas y se reunieron con instituciones que les brindaron apoyo. Acompañadas por la investigadora, pudieron recopilar datos para analizar los tipos de violencia de género que sufren las mujeres de Ralamuli en diferentes contextos sociales y etapas de la vida, y diseñar estrategias para abordar los problemas.